lunes, 22 de agosto de 2005

a los lapiceros les gusta la música


¡Ya he vuelto de vacaciones!

Como observará mi querido amigo blogero hoy en mi blog no cuelgo ninguna de las esperadas y maravillosas fotos de cuantas he tomado con mi CD en Madeira -más de 100- sino una simple foto de estudio -realizada en mi mesa de estudio- que hice justo antes de irme, exactamente la noche anterior al día de mi cumpleaños y en el que, a la sazón, partí hacia el aeropuerto de Funchal.

Una foto de estudio, (¡hay lo que estudio!) observesé que consiste en un bote que se encuentra siempre encima de mi mesa repleto de lapiceros de diferentes formas y tamaños, objetos que por otra parte confesaré que colecciono porque me gustan y porque me encanta ese olor a madera y a papelería que desprenden.

Es más me inspiran muchas cosas al verlos ahí encima: a veces pienso que algún día me servirán para escribir algo interesante que llegue a conmover o a aportar realmente algo a alguién.

La foto la realicé después de leer las instrucciones de la supersónica CD que me regalaron hace ya algún tiempo y las indicaciones que sobre imagen y todo eso de la regla de los "tres tercios" habla un libro muy interesante (MARTINEZ ABADÍA, J. Introducción a la Tecnología Audivisual. Paidos, 1993) pero vamos al grano.

Sí, he estado de vacaciones durante una semanita en una isla muy bonita de Portugal situada en el Atlántico y llamada Madeira, en la que me lo he pasado francamente bien acompañado de cierta personita que me ha hecho muy feliz e incluso se me ha pegado el sol y todo.

Pero como decía no publico ninguna de las fotos que he realizado en madeira porque ya ha llegado la 'cruda' realidad: se acabó el verano y a estudiar y a leer otra vez toca, y observese bien que digo cruda entre comillas porque en realidad considero que leer y/o estudiar es una de las actividades más rentables que he conocido hasta ahora y un verdadero placer.

Leer y consecuentemente aprender o adquirir conocimiento pone en funcionamiento el cerebro y la memoria, motiva el intelecto, hace pensar a nuestras adormecidas cabecitas, hace sentirse bien, es una sana manera de ocupar el tiempo libre, de sentirse util; limpia, ecológica, que no hace daño a nadie y hasta -a priori- puede servir para escapar de la cruda realidad del maravilloso mundo en el que nos ha tocado vivir o de la rutina que imprime nuestro quehacer diario; en definitiva leer llena.

Cuando leemos estamos descubriendo aquello que le pasó o que inventó otra persona y al mismo tiempo sin darnos cuenta nos vamos lentamente preparando para lo peor, es decir para evitar que se cumpla aquello de que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra" o al menos reducir los efectos que ello pudiera producir.

Cuanto más conocimiento adquiramos, cuanto más sepamos de lo que sucedió a otras personas que tuvieron -o han tenido- la capacidad de dejar por escrito su pensamiento, nos convertimos en motores de cambio, en verdaderos protagonistas de la realidad a la que a su vez entenderemos mejor, podremos opinar de las cosas que nos rodean, relacionarlas y lo más importante, aumentaremos el potencial para crear.

Es quizás el lapicero un objeto que me gusta porque lo asocio a la creación artística. El artista plástico lo necesita para dibujar, el músico para componer y el escritor para redactar. El arquitecto para trazar lineas, el farmacéutico para anotar las fórmulas de sus medicamentos, el médico para diagnosticar al paciente... pero aunque no lo sepamos el lapicero nos une y finalmente lo usamos todos o todos lo hemos usado alguna vez, porque otros artistas también lo utilizan, como el fontanero cuando traza en un papel por dónde irá la instalación de saneamiento, el camarero del burguerking para anotar en la cajita el tiempo que lleva la hamburguesa cocinada. Un carpintero lo lleva siempre en el bolsillo de la bata no se para qué, el frutero gusta de llevarlo más en la oreja, el carnicero el pescadero o el panadero con el toman la cuenta en un papel de estraza de la compra de la señora -que seguro también lleva uno en el bolso al menos uno para pintarse la raya de los los ojos y estar más coqueta-.

Un banquero lo utiliza para sumar todo el dinero que apodera, cuando somos niños en la escuela lo usamos para aprender a sumar y a restar y para hacer caligrafía, y todo ello porque posee la maravillosa cualidad de poder borrar lo que se escribe con él .

A la hora de estudiar el universitario lo usa para subrayar los apuntes porque así parece que lo que lee lo puede aprender mejor -incluso sin hacer esquemas ni resúmenes- y a muchos nos gusta leer con uno en la mano, porque además de poder tomar anotaciones en el margen yo le encuentro una muy buena utilidad al servirme de marcapáginas cuando no puedo seguir más porque me muero de sueño y me caigo en la cama.

En definitiva que cuando el otro día estaba en mi casa tranquilamente estudiando ver tanto lapicero junto me inspiró y se me ocurrió realizar esta fotografía y pensar en estas cosas lo que me sirvió para pensar y reflexionar un día antes de irme a Madeira a desconectar.