martes, 23 de mayo de 2006

Apurar el lápiz que está muy caro


Es muy útil conocer, por si vienen tiempos peores, este tipo de consejillos que nos da la experiencia. Y no ya sólo por la excasez, sino por hacer en nuestra vida un consumo más responsable y ecológico de energía y de las materias primas.

Aunque siempre es mejor descubrir las cosas por uno mismo y en este caso observando el documento gráfico que se acompaña; no obstante, por si hubiera duda, explicaré el ecológico consejillo:

Cuando un lapicero se ha consumido y es tan corto que ya ni siquiera puede sujetarse con la mano, jamás debe tirarse.

Procedase en ese caso -tal y como puede observarse en la fotografía de arriba- a adosar el trozo que quede, a otro lapicero que sea más largo. La unión hace la fuerza y así se podrá utilizar más carbón antes de tirarlo definitivamente.

Usese para la unión goma elástica y para hacer más durarera y resistente la unión procedasé además a fijar ambos trozos, el largo y el corto, con papel autoadhesivo transparente dando varias vueltas sobre ellos.

Parece una tontería, esto lo hacían nuestros abuelos, y seguro que lo hace mucha gente, pero si lo hicieramos todos se talarían menos árboles de nuestros bosques, que es de dónde realmente no hay que talarlos. Ahí es dónde a mi me gustaría que se encadenara la Baronesa y no a su fortuna y a sus negociaciones que seguro que algún afán especulativo o inmobiliario tendrán.

miércoles, 3 de mayo de 2006

Si eres poeta abrochaté la bragueta

son las diez... y a estas horas los bares están llenos de hombres que se quedan charlando a solas con el camarero y apurando la última cerveza para llegar, cuanto más tarde mejor a sus casas, con tal de no aguantar a sus mujeres y a sus hijos que, con un poco de suerte, cuando lleguen, ya estarán en la cama...

son las diez... y las urgencias de los hospitales estarán llenas de ancianas pidiendo cama porque no quieren volver a sus casas, en las que se sienten solas...

Solas están las calles y...

son las diez... y es lunes y a estas horas los taxistas buscarán un café en el que les sirvan una taza con algo que les espabile, les de fuerzas y así poder afrontar una noche en la que no encontraran muchas vícitimas por las que poder bajar bandera y ganar unas perrillas

Son las diez... y una dominicana culona aguantará con resignación por trescientos euros al mes detrás de la caja del burguerking a tres pijas adolescentes que no se deciden a pedir tres cochinas hamburguesas y dos helados con lacasitos con una tontería encima que no pueden, mientras una de ellas se preocupa de mirar que nadie toque con sus sucias manos el lustroso coche que su padre sin mucho esfuerzo le habrá regalado

Son las once y diez... y algún gilipollas estará escribiendo esto porque no tendrá ganas de hacer otra cosa depués de un intenso día de su vida en el que habrá descubierto, una vez más, que todo es más difícil de lo que parece y que la vida es para sufrir...

Pese a todo, tengo que dar gracias por la vida que me toca vivir, estar agradecido porque soy uno privilegiado y pensar aquello de que, en el fondo, no somos nadie, de que polvo somos y en polvo nos convertiremos.