lunes, 31 de diciembre de 2007

Besugo al horno

Una buena propuesta para seducir... a cualquiera

Ingredientes:

- 1 besugo (se pide preparado para horno con cortes en los lomos para introducir en ellos rodajitas de limón)
- Aceite
- Tomate
- Patata
- Cebolla

Forma de preparación:

En una bandeja para horno se coloca una base a base de:
- rodajas de tomate,
- rodajas de cebolla y
- rodajas de patata

Y echando un chorrito de aceite por encima se introduce en el horno precalentado a 200 grados.
A los 10 minutos se mete el pescado al que previamente se le habrán introducido rodajas de limón en las rajitas de los lomos que le hicieron en la pescadería. Después se echa sal y un chorrito de aceite por encima.

Dependiendo del tamaño de la pieza a cocinar se tardará más o menos tiempo en hacer. No debe ponerse a funcionar el grill del horno. Se dice que cuando el ojo está blanco es cuando ya está hecho.

Espero que lo disfrutéis

En cuanto lo haga, publicaré foto, jeje -quizás esta noche-

domingo, 23 de diciembre de 2007

Somosierra




Cada vez quedan menos establecimientos antiguos abiertos en el centro de la ciudad. Cuando entras en uno de ellos parece como si se hubiera detenido el tiempo.
Las pocas cafeterías tradicionales que, sobreviviendo a la modernidad, aun permanecen abiertas pero son de otro tiempo, hoy son frecuentadas principalmente por personas mayores. Las frecuentan con añoranza, por lo que estos espacios significaron en tiempos y porque quizás sólo ellos pueden recordar lo que en su día fueron.
En los años sesenta y setenta las cafeterías estaban en boga. Las más famosas se situaban en los barrios más ricos y en las calles comerciales de la ciudad, como la Gran Vía, Goya, Fuencarral o Princesa: "Entonces, por esas calles sólo se veía pasear a gente bien que salía de casa muy bien arreglada para ir al cine, al teatro o a las cafeterías".

En tiempos fueron establecimientos con glamour a las que iban señoronas elegantes, niños repeinados con pantalón corto, dandys con traje, bastón y sombrero, oficinistas o estudiantes universitarios de buenas familias. Se bebía café o chocolate y se tomaban tostadas, sandwiches o tortitas con nata.

Hoy quedan pocas en pie. Las que siguen abiertas y no se han renovado aún huelen a formica, a batidora de acero inoxidable y a camareros vestidos con chaquetilla blanca y pantalón negro, que orgullosos siguen sirviendo café a las señoras con la mano izquierda a la espalda.
Siguen oliendo a pastelería, a milhojas y a reinas de chocolate. El hilo musical sigue emitiendo las mismas sintonías de siempre que hoy parecen rescatadas de una película de Alberto Closas.

Pero también huelen a soledad, a necesidad de hablar con alguién, a merienda y a melancolia. A viudas y viudos.

La señora Isabel, fiel a su cita, todos los días a su visita:

-Buenas tardes doña Isabel. saluda el camarero.

-Buenas tardes, un café y una tostada, por favor.

-Como siempre señora. ¡Márchando una tostada para la Señora Isabel!. -¿Al final no le ha tocado ni la pedrea Señora Isabel?.

-Pues ya ve usted. ¡como me acuerdo estos días de mi marido!, ¿se acuerda usted cuando veníamos juntos a tomar el cafelito?.

-Pues claro Doña Isabel, le gustaba corto de café y con leche muy caliente...


Madrid, 22 de diciembre de 2007