domingo, 14 de noviembre de 2010

LA RABECA CHULEIRA: experiencia de un trabajo de campo en el ámbito de la investigación etnomusicológica

El pasado martes 2 de noviembre María Jesús Navalpotro compartió su experiencia en la realización de una investigación en el ámbito de la “Etnomusicología” con los alumnos de la asignatura del mismo nombre que imparte Victoria Eli en la Universidad Complutense de Madrid. El objeto de estudio de Navalpotro es doble: Un instrumento en “peligro de extinción” y la música tradicional asociada al mismo. La “rabeca chuleira” es el nombre de un instrumento de cuerda frotada, parecido a un violín (pero con un tiro o longitud de cuerda frotante unos diez centímetros más corto), propio de una música popular tradicional que se da en una zona montañosa del norte de Portugal (Serro do Marâo: Concelhos de Almirante y Baiao). La chula estuvo asociada a una serie de prácticas económicas o agrícolas que están desapareciendo o han desaparecido como consecuencia de las políticas económicas desarrolladas tras la integración en la Unión Europea de Portugal (en la catalogación de Navalpotro la primera rabeca chuleica que existe data de 1873-1875 y la última que se fabricó fue en 1980). Desaparecida la práctica agrícola asociada en la región, este tipo de música ha ido desapareciendo.

Para Navalpotro cuando hablamos de cualquier investigación etnomusicológica lo más importante es la preparación y la planificación del “trabajo de campo”: Una herramienta fundamental en los estudios de Etnomusicología, “pero todavía más si cabe en el ámbito de la música de tradición oral, porque la principal fuente de estos estudios es la comunidad humana”. En este sentido Navalpotro, citando a Helen Meyers confirma que el lado humano de la etnomusicología es fundamental “trabajamos con personas y la etiqueta de informante para referirnos a seres indeterminados de los que friamente extraemos información ha sido ya ampliamente superado, ahora el investigador debe hablar más bien de “colaboradores” o incluso de “protagonistas de la investigación”. Para Navalpotro los aspectos éticos son fundamentales.

De cualquier modo adentrarse en una comunidad humana para acercarse al objeto de estudio no está exento de dificultades. Cada objeto de estudio es único, irrepetible, de modo que por ejemplo las cualidades del investigador condiciona el resultado de cualquier trabajo “exige tener la suficiente cercanía con las personas que van a facilitarnos la información, para ganarte su confianza; pero al mismo tiempo, no hay que olvidar que el análisis debe realizarse con cierta distancia, frialdad y objetividad” manifiesta Navalpotro; una cosa no quita la otra.

En cuanto a las fases de toda investigación etnomusicológica señala dos fundamentales: Por un lado la recoleción de los datos, o el trabajo de campo en sí; por el otro la fase de laboratorio o de análisis de los datos que se han recopilado. “Al principio descubrí el instrumento y poco a poco tirando del hilo me di cuenta de que había mucho que hacer”. Primero tuvo que hacerse una idea de la dimensión de la investigación, acotando geograficamente el terreno de la misma para ver las dificultades que se podría encontrar “en la zona las carreteras son malísimas y el conocimiento de otro idioma distinto al portugués nulo” así como de los recursos con los que contaba “investigar no es barato, necesitaba un equipo formado por cámara de video, cámara de fotos, grabadora de sonido, guantes de algodón...”.

Muchos meses de planificación invirtió Navalpotro, que incluyeron el re-estudio de las posibles fuentes “de lo que había escrito alguién sobre el tema antes que yo”. Después vino la planificación del trabajo en sí, de la elaboración de fichas, planos y mapas, rutas... “El primer contacto con este instrumento lo tuve en 2005, pero no empecé el trabajo de campo en sí hasta el año 2007”. En la fase de planificación es muy importante determinar bien el objeto “Fui a buscar ejemplos de rabecas, si hay rabeca hay investigación, me dije; para luego definir la práctica musical, la chula”.

Dos son las conclusiones más importantes que destaca de su investigación Navalpotro; por un lado que la práctica musical y el instrumento investigado se encuentran en vías de extinción “la chula ya no se fabrica” y por otro lado que la política puede condicionar muy de manera directa la música de una comunidad y por consiguiente su cultura. En el caso de la rabeca esta corrió peor suerte que otro tipo de músicas “En la época de Salazar el fado o el cabaquiño se elevaron a la categoría de músicas nacionales, por el contrario la rabeca chuleira se abandonó en el olvido”.

Queda patente que en este tipo de investigaciones el trabajo de campo sigue siendo fundamental como herramienta, porque hay músicas de tradición oral sobre las que no se ha escrito nada antes. Imprescindible a la hora de realizar cualquier trabajo de campo mentalizarse que la planificación es fundamental “cuanto más tiempo se invierta en la preparación más eficaz será después la investigación -señala Navalpotro. Aunque claro está no todo es recopilar datos o informaciones, porque luego hay que procesarlas y analizarlas y esto también lleva tiempo al investigador.

En este tipo de investigaciones “que se han apropiado los antropólogos nosotros desde la música podemos aportar mucho”. Esta claro que en Etnomusicología y Musicología queda mucho por hacer “queda por delante reivindicar la etnomusicología como ciencia que es capaz de articular estudios muy completos desde el punto de vista sociológico, político y antropológico pero también desde los ámbitos de la cultura, la música o la organología”.
 
 
Nota: Según la SIBE la Etnomusicología es un campo de estudios que se interesa por las culturas musicales de todo mundo e incluye las denominadas músicas populares, folklóricas y tradicionales, partiendo de la idea de que la música constituye un recurso cultural y humano fundamental en el desarrollo de individuos, pueblos y culturas.

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